sábado, 31 de julio de 2010

Hans Zimmer: el otro secreto de 'Origen'

Adoro a Hans Zimmer. Cuando era adolescente, descubrí en no sé qué programa de radio al estilo de las que se gastaba Ramón Trecet en Radio 3, que estaba detrás de la gran banda sonora de la serie documental Millennium. Fue uno de sus trabajos para el sello Narada, una buena escuela para luego realizar la encantadora y marimbeña You’re So Cool de Amor a quemarropa.

Después de apreciar bastante que Disney solicitase sus servicios, y no los del recurrente y oscarizado Alan Menken, para El rey León -los temas africanos se le dan muy bien-, otro gran momento fue la compra de la banda sonora de La delgada línea roja, en la que algún tema me recordaba a otro grande, Richard Robbins, y que dejó melodías llenas de lirismo y épica, como la fantástica Journey to the Line.

Tengo que traer también hasta aquí esos minutos de entrevista en los que contaba la manera en que compuso algunos pasajes para la película Gladiator. Me pareció uno de esos tipos que se apasiona con lo que hace y se notaba cuando, por ejemplo, explicaba cómo ideó la escena de la batalla y cómo la música explica muchísimo. Eso sí, demostró su capacidad para el autoplagio en Piratas del Caribe, y su Sherlock Holmes me recuerda mucho a algún fragmento de Hasta que llegó su hora, de Morricone.

Ahora parece que alguien ha descubierto uno de sus secretos. Esta semana ha circulado por internet un curioso video (ver más abajo) de nuestro amado y odiado You Tube, en el que se compara su tema principal (que se oye en el tráiler) para Origen, la última locura de Christopher Nolan -con quien ya trabajó en sus dos Batman- con el No, je ne Regrette Rien cantado por Édith Piaf. Tanta repercusión ha tenido que hasta The New York Times le telefoneó para saber qué pensaba sobre tal asunto. Según ha explicado, parece ser que desde el principio fue idea de Nolan que ese sonido insistente del tema de Piaf fuese como una especie de sirena de alarma, y que, si bien sigue esa cadencia, no se basa en la canción ralentizada.

Sea como fuere, Zimmer ha dejado un mensajito para los que creen haber descubierto un lugar escondido en el enrevesado relato: es un elemento de la película “que no tenía que ser un secreto”. Los que crean que esta utilización de una sola nota es plagio, no hagan caso a todo lo anterior expresado; el resto, busquen éste o algún trabajo del pasado, que este chico vale mucho.


sábado, 24 de julio de 2010

Usted no querría trabajar en ellas… en un futuro

Los tiempos que vivimos lo han conseguido. Muchas empresas han logrado que todavía se les odie más aun por sus oscuras prácticas. Pero siempre nos quedará el cine para descubrir que, igual que la vida puede ser maravillosa más allá del arco iris o mientras cantas bajo la lluvia, en ciertos lugares, tu vida profesional puede convertirse en una autentica pesadilla.

Leía hace poco en Pastemagazine.com una selección de grandes corporaciones de cine de ciencia ficción en las que pocos querrían trabajar y era como para hacerse una de esas maratones geniales y salir con energías renovadas a enfrentarse a la gris realidad profesional.

En Alien encontrábamos la Weylan-Yutani Corporation, una compañía tan grande que simplemente se la nombraba como ‘La empresa’. La organización exigía que estuvieses muy preparado para los más variados imprevistos, pues en su ambición no se interponía ni la moralidad, ni la posibilidad de que los tripulantes de sus misiones acabasen destrozados a manos de algún que otro visitante con maliciosas intenciones.

Una auténtica colmena. En Blade Runner, en uno de esos planos generales geniales creados con maquetas, descubríamos un enorme edificio que acogía la Tyrell Corp., en la que fabricaban humanos con fecha de caducidad llamados replicantes. Tenían colaboradores externos dedicados a sus propias cosas: uno que fabrica ojos, otro que se encargaba de su diseño genético… El jefazo jugaba a ser Dios y su ángel rubio se revelaba violentamente. La cosa se le iba totalmente de las manos…

En Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, en el título original) era como una de esas grandes empresas inmobiliarias que son un pufo: pura fachada brillante. A riesgo de desvelarles mucho del asunto (¡spoiler!, ¡spoiler!), en esta compañía entraban ancianos y salían galletas. Lo más bonito eran esas salas en las que se proyectaban imágenes de cuando la tierra era verde y exultante -estamos en un futuro oscuro y sintético- y se escuchaban las melodías más bellas -todo cinéfilo debe asociar inmediatamente sus imágenes a la Pastoral de Beethoven-.

Cyberdine Systems Corp. era la oscura organización de Terminator, en la que se iban acercando peligrosamente a la robotización del ejército. Allí la cosa tampoco estaba como para tirar cohetes, pero me acuerdo también de dos empresas descubiertas en los últimos dos años. Lunar Industries Ltd. era la que jugaba con los sentimientos del único humano que trabajaba en su base de la Luna en Moon, y 'N' Large en la genial Wall-E, tenía a su reserva de humanos cebaditos y engañados para que no volviesen a la tierra, no fuese a ser que la repoblasen…

Queda claro que en las narraciones con aliento futurista la culpable suele ser la empresa, y aquí es donde muchos dirán que a veces la realidad se asemeja demasiado a la ficción…