sábado, 11 de febrero de 2012

Lana del Rey, una voz nacida para David Lynch y no quieras saber mucho más...

La primera vez que oí su voz en la radio pensé que parecía sacada de una peli de David Lynch. Encontré cierta impronta de Badalamenti, ese aire retro-intenso de Isaak y el nombre me remató: Lana del Rey. Podía imaginarla en el final de la abstracta y fascinante Mulholland Drive salir al escenario en ese momento cumbre en el que una cantante, también con nombre hispano, Rebekah del Río -de ahí también la asociación-, sale a cantar Llorando

No iba desencaminada. Curioseando por youtube he podido encontrar algunos vídeos de entrevistas en los que parece a punto de llorar por los nervios, la tímidez o quién sabe qué, porque lo que si que no pierde es esa pose un tanto artificial de retirarse el pelo de la cara y cierto rictus que parecer poseer aquellas que evitan sonreir para intentar ganar alguna batalla a las arrugas.

Y es que verla ha devaluado el interés que me provocaban algunas de sus canciones. Esas uñas largas, esos retoques exagerados, esa melena larga teñida y cuidadosamente ondulada. Todo tan estudiado que da grima. 

Su caso me vuelve a demostrar que es mejor, como cuando lees un libro, no tener una foto del autor en la solapa. No querer ir más allá. Apreciar simplemente la obra y dejar a un lado mitomanías. Escuchadla, simplemente. Olvidad Google y Youtube. De verdad.



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